El 98,9% de los adolescentes usa diariamente Instagram, TikTok o X, adaptando constantemente su perfil digital a un mundo online impredecible. La idea principal es que, si no estás conectado, no perteneces ni existes.
Solo se publica una foto de muchas tomadas en la playa que triunfa en las redes sociales en Instagram. Las historias muestran solo quince segundos de cada una de las veinticuatro horas del día. TikTok hace el baile más popular de la semana, y X limita los comentarios sobre el debate más reciente a un meme o 280 caracteres. Todo esto tiene como objetivo establecer y consolidar un perfil en las redes sociales para adaptarse a un mundo en línea incierto y transitorio. Debido a la comparación constante, este uso constante puede distorsionar la identidad real, causar sentimientos de soledad y disminuir la autoestima.
Los jóvenes están constantemente conectados porque plataformas como Instagram, TikTok, YouTube y X se han convertido en los espacios donde suceden las cosas para los centennials y la generación alpha. Estas redes permiten hablar y conectar con personas en diferentes lugares, compartir momentos en tiempo real y conocer las últimas modas en segundos. Para estas generaciones, el 98,9% de los cuales tiene un perfil en redes sociales y lo usa a diario, consumir y crear contenido online es la nueva forma de socializar y formar su identidad. Han crecido con menos interacción cara a cara, guiándose por la idea de que si no estás conectado, no perteneces ni existes.
En su experiencia con las redes sociales, la usuaria destaca patrones comunes entre muchos jóvenes. De joven, sintió la presión de gestionar constantemente su imagen en Instagram. Aunque ahora intenta ser auténtica, a veces le resulta inevitable maquillar su realidad. Durante transiciones entre amistades, se sintió sola y aislada al ver cómo otros disfrutaban de amistades aparentemente perfectas. Aunque no sigue diariamente a los creadores de contenido, a veces se compara con personas que muestran vidas más lujosas y felices. Esta experiencia refleja la realidad de muchos jóvenes que enfrentan problemas de identidad, soledad y autoestima debido al uso masivo de las redes sociales.
El ensayista N. S. Lyons, en su boletín The Upheaval, explica que las redes sociales nos reducen a etiquetas de identidad o preferencias de consumo, encasillándonos en categorías cerradas. Según Lyons, lo que realmente importa —nuestro carácter, virtudes y cómo tratamos a los demás— no se puede mostrar fácilmente en línea.
Un ejemplo de esta sumisión de la identidad real a un patrón de redes sociales es la adscripción al concepto Thought Daughter (cuya traducción podría ser algo parecido a la hija pensante) entre las jóvenes en TikTok. Esta técnica comprende a aquellas mujeres que leen clásicos, escriben diarios, escuchan a Lana del Rey y tienen la tendencia a soñar con entusiasmo, de conformidad con el vídeo «The Rise of the Thought Daughter: The reading aesthetic de Femcel rebrand?», de la cuenta According to Alina. Los vídeos de mujeres reivindicando que son Thought Daughter, una identidad común establecida en redes sociales que cruza las fronteras virtuales.
Las redes sociales han favorecido la construcción de un tipo de referente muy específico: una persona cuyo trabajo es crear contenido y hacer publicidad en sus distintos perfiles y que muestra una realidad alejada de la que un adolescente puede alcanzar. Molero explica así esta situación: “Personas con la autoestima en construcción o más vulnerables se comparan constantemente con los referentes en redes y siempre salen perdiendo al no poder alcanzar la vida que otras personas muestran”. Con esta idea coincide Gómez, para quien también la autoestima de los jóvenes se ve minada debido a que, en la comparación con los referentes de las distintas plataformas digitales, el usuario común siempre va a perder. “Es entendible con 15 años tengas una necesidad de encajar. Entonces, en ese camino para lograrlo se fijan mucho en la gente que más encaja hoy y es aquella que tiene más éxito en redes sociales. Y de aquí surge la comparación”. Sin embargo, en palabras de la psicóloga, “no debemos olvidar que las redes son un negocio y que el contenido que publican viene de un privilegio económico y social que la mayoría de personas no tienen”. Y que, además, la mayoría tiene un equipo de marketing detrás que guía, controla y aprueba lo que muestran.
Los jóvenes viven en redes sociales. Antes de dormir, el dedo se desliza para pasar al siguiente reel del infinito archivo de Instagram. Cada mañana se abre X para conocer el tema del día. Y TikTok es el foro común donde resolver problemas cotidianos. Todo esto para descubrir quiénes son recreando la estética brat o demure, según la época del año. Para salvarse de una soledad no deseada de la que difícilmente pueden encontrar escapatoria en su móvil. Para, en fin, volver siempre al mundo de las redes sociales que nunca te satisface pero siempre te da.
Fuente: EL PAIS